domingo, 7 de agosto de 2011

NAZARET, LA CASA DE LA VIRGEN MARÍA

Esa niña de largos silencios volaba tan alto,
que mi mirada quería alcanzarla y no la podía ver,
la paraba en el tiempo pensando que no debería crecer
pero el tiempo me estaba engañando, mi niña se hacía mujer…

(Julio Iglesias, “De niña a mujer”)


Puede que a quien tenga un poco de cultura musical le resulte un poco extraño que haya encabezado este testimonio con una canción de Julio Iglesias, aunque lo cierto es que tanto el título de la canción “De niña a mujer” como la estrofa seleccionada, me ilustran a la perfección lo que quiero compartir, en este caso, con vosotros: El encuentro con la Virgen María en su Casa de Nazaret, ahora si se prefiere Basílica de la Anunciación, la más grande de toda Tierra Santa, a excepción del Santo Sepulcro, según he leído por algún sitio…

Yo estudié, hasta 4º de EGB en el Colegio de las Religiosas de la Presentación de la Niña María de Baza, estas religiosas fueron fundadas el día 12 de Octubre de 1.880 por parte de Maximiano Fernández del Rincón (posteriormente Obispo de Guadix) y Teresa de la Asunción Martínez, la primera en unirse a esta aventura y que tienen por carisma el estar “siempre presentes como María”, especialmente desde la enseñanza y las misiones, con la misma disponibilidad  que María en el momento de su presentación en el Templo…

De esta etapa escolar e infantil me quedan una cosa: Mi amor a la Virgen María, inculcado desde pequeño por las religiosas, pues he de decir que, salvo mi abuelo, mis padres no han sido especialmente marianos, y una especial ternura, devoción y cercanía hacia la imagen de la Presentación en el Templo de la Niña Maria, por ser aquella ante la que recé tanto tiempo, lo mismo que le ha sucedido, por ejemplo, a mis hermanos.

Allá en el Colegio aprendí una de las canciones más bonitas que sé de la Virgen María y que ha sido lo primero que he evocado al entrar en la Basílica de la Anunciación y contemplar, en el nivel inferior, la capilla de la casa-gruta de Nazaret de la Virgen… su letra canta de la siguiente manera:

Era Nazaret de Galilea, una casa humilde y una flor
Adorar a Dios es su tarea; estaba sumida en oración.
El ángel del Señor la saludó feliz: María ¿quieres ser Madre de Dios?.
Llena de gracia estas, Dios se complace en ti, ¿quieres María? Dime ya que sí.
¿Cómo seré Virgen siendo Madre, cómo de mi tallo brotará?
Pero si mi vida te complace; hágase Señor tu voluntad.
El ángel va feliz, ya tiene Madre Dios, todo en la aldea sigue su quietud.
Por ser lindo vergel, Dios quiso en ti nacer,
mi vida llena siempre de tu luz.

Y, entonces, ante aquella reja bendita, ese sagrario de piedra como María lo fuese viviente, ante aquel soportal donde se verificó la Encarnación del Hijo de Dios, por el “sí” de María han sucedido dos cosas:

De un lado, he podido ver la letra de la canción hecha piedra, hecha realidad, algo que palpar y ver con mis ojos, pero sobretodo ha madurado mi devoción a la Virgen María, por encontrarme en la gruta con la imagen de la Virgen Peregrina… muy querida y apreciada en Nazaret, tanto por musulmanes como por cristianos, y que representa a la Virgen María, hecha una joven, que se pone en camino quizás en el momento antes de abandonar su casa para irse, definitivamente, a vivir a la casa de José (lo que no es improbable ya que la casa paterna se solía abandonar con los desposorios)… es por eso por lo que me ha venido a la cabeza la canción “De niña a mujer” de Julio Iglesias, porque si yo tenía muy grabada la imagen de la Virgen Niña en el fondo de mi retina, ahora, casi veintisiete años después, me la encontraba hecha mujer, esperándome con la misma acogida, el mismo abrazo, el mismo sentimiento…

Y he de confesaros otra cosa… en un momento de mi vida, bastante difícil por cierto, el Señor me dio una Palabra, ¡bueno, una “intuición”, ya sé que esta forma de hablar os resulta extraña a quienes no sóis de la Renovación!, durante una Adoración al Santísimo Sacramento sentí con mucha intensidad una especie de protección muy grande, como si nada ni nadie pudiese hacerme daño, como si nada malo me fuera a suceder, me sentía enormemente tranquilo, guardado, custodiado, con una gran sensación de seguridad, aunque es difícil de expresar el sentimiento… este sentimiento de seguridad, por llamarlo de alguna manera, comenzó a verbalizarse en mi cabeza, después de la experiencia de sentirlo, con las siguientes palabras: “No herirán al pastor en el jardín cerrado”...  

Como hago siempre que tengo una intuición tan fuerte de esta naturaleza intenté primero discernir qué quería el Señor decirme con ello con la ayuda de su Palabra, esto es, comprobar si había algún paralelismo bíblico en este sentido, quizás el texto más cercano fuera éste: “He oído que estás en el esquileo; mira, tus pastores estuvieron con nosotros; no les molestamos ni les faltó nada mientras estuvieron en el Carmelo.” (1 Sm 25, 7) ¡De nuevo la imagen de María en el Monte Carmelo, que por cierto es otro jardín cerrado!...

Y mucho más adelante en el tiempo, ojeando un libro de iconos, descubrí que en la iglesia ortodoxa hay una iconografía de María Santísima, denominada “hortus conclusus” (“jardín cerrado”) que representa a la Virgen María, con el niño en sus brazos, en el interior de un jardín cerrado y que encuentra su inspiración en el Cantar de los Cantares (4, 12) cuando afirma: “Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa, jardín cerrado, fuente escondida” y que ha sido interpretado tanto por los exegetas como por los artistas como una referencia inequívoca a la virginidad de María.

En el musical de Jesucristo Superstar el coro de los apóstoles canta una canción, en el momento de la Santa Cena, antes de que el Señor pronuncie las palabras de la consagración y de su entrega en la que dicen: “No me molestéis, veo las respuestas, esta noche nada malo va a pasar” y en este viaje ha habido dos momentos en los que he vuelto a revivir esta sensación de seguridad, de abrigo, de protección, de invulnerabilidad en el Señor, como si –en efecto- nada malo pudiera sucederme nunca y la mano todopoderosa del Señor me cubriera cariñosamente- y en los que me hubiera gustado detenerme y recrearme por más tiempo, y a los que regresaré cuántas veces me haga falta, a lo largo de lo que me reste de vida, cuando sienta que me faltan las fuerzas o me asalta el temor ante cualquier circunstancia de la vida, y han sido la Casa de la Virgen en Nazaret y la porción de huerto de Getsemaní protegida con la reja que hay justo delante del altar en la Iglesia del Huerto de los Olivos…

Debió de haber otro peregrino, embelesado por esta presencia de la Virgen María en su casa de Nazaret, que todo lo embarga de forma misteriosa y que tanta paz trae al peregrino y al viajero, pese a las prisas por ir de aquí para allá viéndolo todo… quizás él también se sintió acogido por María, para descansar un poco y poner en orden su vida, y apoyado sobre una columna de la primera Iglesia conocida en Nazaret dedicada a la Virgen María, hizo la “gamberrada” de dejar testimonio de su paso por Nazaret, grabando en el basamento de la columna (en la antigüedad no había rotuladores indelebles para estropear los monumentos), en la que quizás descansara, las palabras “XE MARIA” (de la expresión griega “xayre maria” -¡alégrate, María!-) dejándonos el testimonio escrito de que allí, ciertamente, estaba la casa de María…