Pecas llamando “viernes” al día en que nos ha nacido el Niño.
Ese día hasta las paredes deberían comer carne;
y, si no pueden, habría que untarlas por fuera con ella.
(San Francisco de Asís, 25 de Diciembre de 1.209)
Sucedió que la Navidad del año 1.209, el día 25 de Diciembre cayó en Viernes, y uno de los primeros acompañantes de San Francisco, el hermano fray Morico, le preguntó a San Francisco “si ese día debían ayunar”, la respuesta que obtuvo del poverello de Asís, que era un gran devoto de esta fiesta, su impulsor y el creador de la piadosa tradición de hacer belenes, fue la siguiente: “Pecas llamando “viernes” al día en que nos ha nacido el Niño. Ese día hasta las paredes deberían comer carne; y, si no pueden, habría que untarlas por fuera con ella”
Viene esto a cuento porque a todos, pensando en Belén, nos viene la imagen bucólica, que tanto pintan los apócrifos y la piadosa tradición cristiana, de la Sagrada Familia en su cueva, pesebre o cuadra, amparados tan sólo por el calor de las bestias, un buey y una mula, acogiendo a los pastores que iban a darles su cariño y a comprobar el extraño anuncio del ángel… “un Mesías os ha nacido”… pero lo que no podía yo imaginar, jamás de los jamases, es que –en realidad- el Señor naciera en una cuadra, en un auténtico estercolero, en un trastero… ¡Tal es el desorden y la dejadez en la que tienen los ortodoxos la basílica de la Natividad de Belén! Y lo que menos se podría imaginar el pobrecito Francisco de Asís, es que los ortodoxos se tomaran al pie de la letra su expresión de untar de carne las paredes, bueno, no con carne, pero sí con la carbonilla de la barbacoa de después… Y es que hasta las columnas lucen sólo limpias en la parte en la que los peregrinos se rozan con ellas, mientras se espera la cola interminable para poder entrar en la gruta donde naciera nuestro Salvador, el Señor Jesús…
He de reconocer que me gusta mucho la Navidad y la experiencia de poner el Belén en casa… en esos momentos se recuerda la infancia, la ternura, la inocencia… no tanto porque todo eso es lo que simboliza el niño desvalido en un pesebre, sino porque todo eso lo vivimos más profunda y espontáneamente cuando somos niños, y por lo tanto más solidarios con el niño de Belén…
Pero la cola, la suciedad, la dejadez, la mala educación de los ortodoxos, y la malafollá de algunos turistas y peregrinos, y pese a la impaciencia, el calor y el agobio se convirtieron en nada, en bálsamo de paz –pese a la tensión circundante causada por unos peregrinos italianos que se nos colaron- al arrodillarse al pie de la estrella de Belén…
“Aquí nació Jesucristo, el Salvador”…
Aunque no fue ese beso el que diera con más devoción en Tierra Santa, que fue más devoto y pausado el de la estrella de Juan Bautista, quizás porque su gruta no se visitó con tantos inconvenientes externos,… “Aquí nació Juan, el Precursor”… pero el beso que dí de verdad, con el corazón en un pálpito, con la lágrima a flor de piel, fue el que le dí –a hurtadillas, porque fui el único que lo hice, con permiso de la chica que custodiaba y guardaba el orden en el lugar- en la mano a la Virgen María, la peregrina, en la Casa de Nazaret,… “Aquí el Verbo se hizo carne”…
Fue “forzado” intentar arrancar una oración al alma, un sentimiento al corazón, una reflexión a la fe, siquiera un beso, en ese guirigay de prisas, voces, suciedad y alboroto que era la Basílica de Belén… todos esos sentimientos brotaron en el Campo de los Pastores, en un entorno precioso…
Pero hice una foto que resume todo lo que experimenté en Belén: Que en el centro del planeta tierra, Belén “la que no es ni mucho menos la más pequeña de las aldeas de Judá”, que en el centro de la humanidad, donde naciera Cristo hombre verdadero por excelencia, que en el centro de la paz “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres”, por todos los condicionantes históricos, políticos y conflictivos, hoy en día de la zona, no hay tristemente ni paz, ni humanidad… y esa foto fue la alambrada de espino que protegía el campo de los pastores del exterior, como casi todas las infraestructuras de esa zona tan castigada que es no sólo Belén, sino Palestina entera…