domingo, 7 de agosto de 2011

Al verlo, los discípulos dijeron indignados:
¿A qué viene este derroche?

(Mt 26, 8)



Esta cita hace referencia a la escena de la mujer que enjuga los pies del Señor con un perfume muy caro, y la consiguiente indignación de los apóstoles ante lo que ellos consideraban un derroche, dada la cantidad de pobres y de necesidades que hay… y aunque no tenga mucho que ver con el tema, hay en ella una palabra que me viene muy bien para ilustrar una de esas casualidades de la vida con la que el Señor nos regala, me refiero a la palabra “indignados” y es que, en Jerusalén, una noche que salimos de paseo después de cenar, nos encontramos con los llamados indignados del movimiento 15-M, surgido en Madrid, de la propia Jerusalén…

En este caso, el motivo de la indignación es otro… la sociedad civil se moviliza ante toda la situación, general e internacional, de esta crisis económica que no hace sino aumentar los problemas del paro, la necesidad, el hambre, la pobreza entre nuestros hermanos… y con la intuición, que nadie puede negarle a los ciudadanos, de que esta situación ha sido suscitada por los políticos, da igual el signo, que no saben gestionar la cosa pública, como si sus fondos fueran infinitos y las necesidades sociales estuvieran todas cubiertas… Ciertamente podemos echarle la culpa a los políticos, al liberalismo económico, a la tiranía de los mercados, a la insensibilidad de los bancos… pero a ellos no podemos pedirle soluciones, si son la causa… la solución tiene que venir de nuestra mano, con una regla tan sencilla como ésta:

Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, era inmigrante y me acogisteis, estaba desnudo y me vestisteis, estaba enfermo y me visitasteis, estaba encarcelado y vinisteis a verme.”

(Mt 25, 35-36)

He de reconocer que, cuando ocurrieron las acampadas de Madrid, en Mayo, con todo lo de las tiendas de campaña, los indignados y las lonas, me desencantaron un poco, al darme cuenta de que todo se reducía a mucho ruido y pocas nueces… Es decir, se protestaba pero no se ofrecían soluciones, aunque algunos días después, orando, me di cuenta de que no por ello debía rechazar de plano todo el movimiento de los indignados… de la misma manera quienes seguian al Señor en su época estaban igual de desencantados política, social y económicamente, y tampoco ellos sabían lo que buscaban o lo que esperaban, ellos querían un Mesías triunfante y encontraron un servidor, un varón de dolores humillado y escarnecido, un crucificado… De esta forma se me ocurrió esta oración, en parte porque estábamos en el Mes de María, que he rescatado para compartirla aquí con vosotros, es una especie de oración a la que yo llamé, después de hacer el dibujo, Nuestra Señora de las Lonas:


Nuestra Señora de las Lonas,
bajo tu amparo se acogen
los desencantados, los parados,
los pobres, los padres de familia,
las familias, los jubilados,
los jóvenes, los “indignados”…

Muchos no saben ni lo que buscan,
ni lo que esperan, ni lo que creen,
aunque tampoco los que seguían
por los caminos a tu Hijo, Jesús,
sabían lo que buscaban, lo que esperaban,
pero tenían ESPERANZA, la que tu ofreces,
bajo tu manto, hecho lonas que amparan
esos brotes verdes de ESPERANZA,
en los que nos queremos acoger.