jueves, 18 de agosto de 2011

SAN JOSÉ, EL PADRE DE JESÚS...

Y se decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José?
Nosotros conocemos a su padre y a su madre.
¿Cómo dice que ha bajado del cielo?

(Jn 6, 42)


En Nazaret se encuentra otro lugar de los que me han sorprendido, por desconocido, aunque si he de decir verdad, está consagrado a un santo del que me acuerdo bien poco, y es la casa gruta e Iglesia de San José, el esposo de María y padre terrenal de Jesucristo.


La actual Iglesia se construyó en el año 1.914, sobre los restos de la antigua, que a su vez fue destruida por los musulmanes, en una de sus dominaciones de los santos lugares. Tiene la curiosidad de que en su subsuelo se hallan los restos de la llamada Casa de José, que sería el auténtico lugar de la familia de Nazaret, ya que con los desposorios, la Virgen abandonaría su casita (la que se encuentra bajo la Basílica de la Anunciación) paterna e iría a vivir a casa de su esposo, José en este caso.


De la misma manera sería el lugar del fallecimiento de José, imagen que se encuentra, por cierto, pintada al fresco sobre una de las pechinas de la bóveda de la Iglesia.

Y otro detalle curioso, quizás para hacer una analogía con otro gran patriarca del pueblo de Israel, José, el de los sueños, la figura de San José en el Evangelio tiene el mismo tratamiento. De esta manera, sin desdeñar su lugar como padre terrenal de Jesucristo, expresamente mencionado en las genealogías evangélicas del Señor, su papel es de vital importancia, pues no sólo se pone en camino, con su esposa embarazada, para acudir a censarse en su ciudad natal, por el edicto del emperador romano, sino que los sueños fueron fundamentales en su vida: Por medio de un sueño un ángel del Señor le dice que no ha de repudiar a María, por lo evidente de su embarazo, porque su hijo es obra de Dios todopoderoso; por un sueño se pone en camino para salvar a Jesús del decreto de la matanza de los niños menores de tres años dictado por Herodes, y nuevamente por un sueño, regresa de Egipto cuando, según el ángel, ya habían fallecido los que querían atentar contra la vida del niño…

Sea como fuere, y aunque el evangelio no le da más papel, su figura luego fue encumbrada por los textos apócrifos, la propia beata Catalina Emmerick tiene unas visiones sobre su muerte, en la cama, con María sosteniéndole la cabeza y Jesús sentado a los pies de la cama. Aunque es el patrón de la Iglesia en general, de los movimientos obreros de inspiración católica, y suele ser el gran “intendente” de casi todos los conventos de clausura femeninos, que le tienen siempre puesto, a la puerta del convento, y al que se acude cuando las necesidades económicas aprietan, como buen padre de familia, lo cierto es que su figura es completamente desconocida para la gran mayoría de los fieles cristianos. Hay que decir que, al menos, en su Iglesia en tierra santa, se ha tenido el detalle de representarle como un joven varonil, no la típica imagen de la iconografía de un anciano venerable (claro que esta segunda imagen se usa en el arte para remachar la virginidad de María, pues hasta el mas tonto entiende que un anciano, aunque quisiera, no podría violentar a la Virgen, lo que no deja de ser una estupidez, toda vez que José, según la tradición, era de los jóvenes más honrados de las tribus de Israel y era perfectamente consciente del papel que estaba representando en la historia de la salvación: Ser el custodio de la Virgen María).


De la antigua casa gruta de José destacan la cisterna de agua y la bodega, algunas estancias, como la que se quiere identificar como el taller del carpintero, por ser de las más externas, ya que el hogar estaría en las estancias más internas.

Y en época posterior, en los primeros siglos del cristianismo, la casa de José fue usada como baptisterio cristiano. Los fieles descendían a la piscina bautismal por medio de siete escalones, símbolo de los siete dones del Espíritu Santo que iba a recibir con el bautismo. Al lado del último peldaño había una acequia, que simbolizaba al agua corriente del río Jordan, y saltando por encima de este canalillo, se entraba en la piscina bautismal propiamente dicha, en cuyo fondo hay un mosaico de seis cuadrados, que en la antigua tradición judeo-cristiana representaban a los ángeles que acompañaban siempre a Dios creador.