viernes, 19 de agosto de 2011

LA SANGRE DEL MARTIRIO Y LA DE LA DESESPERANZA

Ojos engreídos, lengua embustera,
manos que derraman sangre inocente

(Prov 6, 17)

Hay algunos sitios, en nuestra visita a tierra santa por los que simplemente hemos pasado “de paso”, bien porque no estaban en el programa o porque no daba tiempo, si queríamos llegar a tiempo a la visita de otros lugares de más importancia, aunque esto de la importancia es relativo, ya que un lugar que me deje insensible a mí puede ser el que toque el corazón de otro hermano, ya que el Señor nos ha hablado en este viaje a cada uno, él que conoce nuestro corazón, en el momento oportuno…

De estos sitios voy a hablaros de dos de ellos, relacionados con la sangre, aunque de naturaleza bien diferente, pues una es la sangre del martirio, y la otra, sin embargo, es la del hombre que pierde la esperanza en el perdón de Dios:

El primero de ellos es una pequeña iglesia armenia, que está edificada en el lugar del martirio de Esteban (lo echaron fuera de la ciudad, nos dice el texto en los Hechos de los Apóstoles), el llamado por ello protomártir, el primero de los cristianos que testimonió su fe con su propia vida, en este caso de manos de los judíos, y en presencia del aún no convertido Pablo, que observaba la escena:


Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijando la vista en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús a la derecha de Dios, y dijo: Estoy viendo el cielo abierto y a aquel Hombre en pie a la derecha de Dios. Ellos dieron un grito estentóreo, se taparon los oídos, se arrojaron a una contra él, lo echaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos habían dejado los mantos a los pies de un muchacho llamado Saulo. Mientras lo apedreaban, Esteban invocó: Señor Jesús, acoge mi espíritu. Y arrodillado, gritó con voz potente: Señor, no les tengas en cuenta este pecado. Y dicho esto, murió.

(Hch 7, 55-60)

El segundo lugar ni siquiera lo vimos de paso, tuvimos que verlo desde un mirador, en la ciudad de Jerusalén, ya que también es un lugar que se encuentra extramuros, y nos estamos refiriendo al lugar en el que Judas, tras traicionar a Jesús y dándose cuenta de lo que había hecho, pese a intentar devolver el precio recibido por la traición, se desespera y se ahorca. En efecto, se trata del llamado “Campo de Sangre” o Haqeldamá:


Arrojó el dinero en el templo, se fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, recogiendo el dinero, dijeron: No es lícito echarlo en la alcancía, porque es precio de una vida. Y, después de deliberar, compraron el Campo del Alfarero para sepultura de extranjeros. Por eso aquel campo se llama hasta hoy, Campo de Sangre. Así se cumplió lo que profetizó Jeremías: Tomaron las treinta monedas, precio del que fue tasado, del que tasaron los israelitas, y con ello pagaron el campo del alfarero; según las instrucciones del Señor.

(Mt 27, 5-10)

Actualmente, el “Campo de Sangre”, se encuentra ubicado dentro del complejo del Monasterio Ortodoxo Griego de San Onofrio, en el Valle de la Gehenna, también llamado “Wadi er-rababeh”. Y en dicho entorno hay también una tumba del tiempo de los cruzados.