jueves, 11 de agosto de 2011

LA IGLESIA DE SANTA ANA

¡Desventurada de mí! ¿A quién soy semejante?
No a estas aguas, porque aun estas aguas son fecundas ante ti, Señor.

(Protoevangelio de Santiago III, 4)


Al lado de la Iglesia de Santa Ana se encuentran las ruinas de la llamada piscina probática, y en la Iglesia de Santa Ana se conserva la casa-gruta de Ana y Joaquín, padres de la Virgen María, y lugar, por tanto, del nacimiento de la Virgen.

Interrogándome acerca del por qué de la ubicación de la Iglesia, o Casa de los padres de la Virgen, en las inmediaciones de la piscina probática, no he encontrado nada que lo justificase, de no ser porque, toda la tradición referente a los padres de la Virgen se extrae del “Protoevangelio de Santiago” un texto apócrifo que nos narra la infancia de la niña María, y en él, se encuentra la oración que encabeza esta entrada, en la que Ana se queja al Señor por su esterilidad, desde antiguo la piedad popular lo tuvo claro ¿A qué aguas se iba a referir Ana, con la expresión “estas aguas”, si no fuese a la vecindad de la piscina probática? Además, teniendo en cuenta que Ana y Joaquín, según la misma fuente, eran nobles y acomodados, de la estirpe de Leví, casta sacerdotal, no es raro que viviesen en este entorno, ya que era la zona bien de Jerusalén, los barrios adyacentes al Templo.


Según la maqueta de Jerusalén en los tiempos de Jesús, en lo que se refiere a la piscina probática, o de Betesda, bien podéis imaginar que la casa de Ana y Joaquín fuese la que está justo encima, al lado, de la misma.


Sea como fuere la Iglesia de Santa Ana es una de las que más me ha gustado, en lo estético, al menos por la belleza de su entorno, de sus jardines, increiblemente bien cuidados, y de las ruinas arqueológicas de la piscina de Betesda, a la que anteceden. En donde por cierto, también abundan los gatos, que sesteaban en este caso en los jardines, ajenos a nosotros.

En el interior de la Iglesia lo más notable, como no puede ser de otro modo, es la imagen de Santa Ana, situada en una capilla lateral, ya que sorprendentemente, el altar mayor aparece de forma escueta, desnudo, con la sencillez de la piedra del muro de la girola, donde se haya el presbiterio, presidido tan sólo por una sobria cruz parroquial. Aunque el verdadero tesoro de esta iglesia, como todas las de tierra santa, es lo que se esconde en su interior, la gruta (que es lo que quedaría de la casa original) en la que se supone nacería la virgen María, y que actualmente se encuentra indicado con un fresco, sobre la pared de la gruta, que representa el icono referente al nacimiento de la virgen María.