domingo, 7 de agosto de 2011

LA RCC EN TIERRA SANTA

Derramaré mi espíritu sobre todos: vuestros hijos e hijas profetizarán,
vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones.
También sobre siervos y siervas derramaré mi espíritu aquel día.
Haré prodigios en cielo y tierra.

(Joel 3, 1-3)


Ya he dejado caer alguna pincelada sobre la Renovación Carismática Católica en este testimonio, y de mi grupo de oración DALMANUTÁ, por eso, si casual fue el encuentro con los indignados del 15-M de Jerusalén, el Señor me tenía guardada otra casualidad igual de grande, a la par que improbable…


Entramos de la terraza del Hotel Golán, en Tiberiades, después de nuestro ratico de sobremesa (y de cerveceo y charla en la terraza del hotel) después de cenar, cada cual para su habitación, cuando en el Hall del Hotel se escucha un piano y unos cantos, al principio creímos que se trataba del “piano bar” del propio hotel, pero mientras los demás se retiraron a sus habitaciones, yo bajé a investigar… ¡y hete aquí la sorpresa! Me encuentro a un grupo de mujeres, de mediana edad, que están cantando y alabando al Señor en inglés, y de repente me digo “¡no me lo puedo creer, un grupo de carismáticos en Tierra Santa!” (esto es algo que se sabe, pese a los idiomas, por el hecho de alzar las manos cantando, intercalar de vez en cuando “aleluyas” o “glorias al Señor”, por la presencia de las biblias abiertas sobre la mesa y por la unción en el rostro de las presentes…) Anodado un poco por la casualidad, me quedo en el quicio de la puerta, por no interrumpir, cuando de repente, una de ellas, sin dejar de cantar, me pide que entre, haciendo un gesto con la mano… yo, por no interrumpir, me siento en un rincón de la sala en el suelo (de ahí la perspectiva de la foto)…

Estoy un rato cantando y alabando al Señor con ellas, la hermana que toca el piano debe de ser una virtuosa y está especialmente ungida por el Señor para dirigir la alabanza… ¡qué forma de jugar con el volumen y los tonos para alabar al Señor, o para incitar a la oración silenciosa, o al canto en lenguas! (es lo que tiene cantar en lenguas, que no necesitas saber inglés, ni español, ni nada… con lo cual nunca desentonas, ni te hacen falta cancioneros…) y cuando se canta en inglés la que dirige la alabanza adelanta, de palabra, el siguiente verso del canto, o sea que todos lo repetiamos luego al unísono siguiendo el ritmo de la música…

Tras un buen rato de alabanza, se presenta la hermana que dirige la alabanza, diciendo que hay invitados nuevos en el grupo, yo le digo que pertenezco a la Renovación Carismática Católica española y ella me dice –en español chapurreado, pero en español- que su nombre es Brenda, que es inglesa de nacimiento, aunque vive en EE.UU, que ellas son carismáticas aunque pentecostales y que, normalmente, se reunen todos los años en Tierra Santa, unos días para peregrinar y alabar al Señor…

Me cuenta que ella sabe español porque hace casi veinte años estuvo de “misionera” pentecostal entre los angloparlantes de la Costa del Sol, en Málaga, durante siete años, y que recuerda el español porque aunque hace casi doce años que no lo hablaba, su Biblia personal –con la que ella ora y estudia- está en español, para no olvidarlo… para agradecer mi presencia en el grupo, y puesto que ellas ya habían terminado de orar, practicamente, tiene la deferencia de que el último canto sea un “Santo” en español…

El nombre de este grupo de oración tan variopinto es “Son Shine Girls” que me hace gracia, aunque no hacía falta que me lo explicara pues lo capté al momento, no en vano sé inglés: Teniendo en cuenta que en inglés “Sunshine” –con u- significa “el brillo o el resplandor del sol” y que en inglés “son” –con o- significa “hijo”, el nombre del grupo viene a ser una especie de juego de palabras en inglés, viniendo a significar algo así como “Las Chicas del Resplandor de la Gloria del Hijo”, un poco abigarrado para mi gusto, con lo escueto que es el DALMANUTÁ (Mc 8, 10) del nombre de mi grupo de oración, con todo no deja de tener su gracia y su ocurrencia…

Nos despedimos, no sin antes advertirme de un detalle para ella curioso, mi presencia, que tanto les ha alegrado, ha supuesto una especie de cumplimiento de la profecía de Abdías –si algo tenemos de bueno los carismáticos es nuestro amor a la Palabra de Dios, que manejamos al dedillo… sólo superados por los Testigos de Jehová, valga la broma y la comparación-) que dice que “en el monte Sión quedará un resto que será santo y la casa de Jacob recobrará sus posesiones. (…) los desterrados de Jerusalén que viven en Sefarad –es decir, España- ocuparán los poblados del Negueb; después subirán victoriosos al monte Sión para gobernar el monte de Esaú, y el reino será del Señor” (Abdías 1, 17.20-21) es decir, ella interpretaba la “casualidad” de nuestro encuentro como un cumplimiento de que, desde España, muchas gentes de pueblos distintos, nos juntaríamos en Tierra Santa para alabar al Señor

 ¿Y no ha sido esto lo que hemos hecho cada uno de nosotros en esta peregrinación?